domingo, 9 de agosto de 2009

Quien mató al perroflauta…



Linda era una niña rubita en una familia “progre” de cuando se inventó esa etiqueta para designar una actitud hacía la vida.
Linda, exceptuando algunas diferencias que no hacían más que convertirla en forma humana no estandarizable (a diferencia de los ficus o las muñecas famosa ) creció en una infancia agradable y normalizada.
Tanto que se obstinó en convertirse en una mujer joven, hermosa y entregada a la causa de ayudar a los demás.
Pertenecía a ese club que antepone las causas sociales a comprarse el último modelo de “Mini cooper” cabrio que te permite sacar los cuernos al sol y alarga el brillo de tu rimel, ya ni te cuento lo que molas en el con unas gafas de policía yankee y unas tetas de silicona.

Vivía en un mundo en el que los minutos de trabajo se contaban por horas ganadas a un VIH con poca empatía con el ser humano, respiraba dentro de una ONG que fue rescatada del mundo paralelo para convertirse en la fundación de alguien con buenos sentimiento o demasiado impuestos que declarar.
Ella era un técnica de campo a la que 1000€ mensuales le bastaban para sobrevivir y poder enfocar ese día siguiente, ese en que trataría de que el VIH tampoco se saliera con la suya tan fácilmente, Vivian de subvenciones y rascando un € donde fuera posible.

Pero un día las cosas se torcieron…

El presidente de su empresa fue acusado de utilizar la fundación para meterse unos buenos fajos de billetes en el bolsillo…No le preocupaba tanto quedarse sin trabajo como que este no fuera cierto y le abrió los ojos a un mundo de tejemanejes que simplemente nunca se planteó, parecía que el mejor amigo del VIH era la codicia.

Hay hijos de puta incluso en la junta directiva de la bondad.

Además había otro problema…acercándose como un tiro a los 30, se daba cuenta que no podía acceder a derechos tan comunes como la vivienda, que aunque se empeñaran en llamarlo derecho constitucional, seguía en manos de stakeholders de peso obstinados en hacernos pagar 100 por algo que valdría 10, con el efecto dominó de hundir a la población en desespero y deudas considerables.

Y ella después de haber pasado por varios fracasos creía haber encontrado a una persona que merecía la pena, se daba cuenta que el nido que tanto se merecían sería con suerte de alquiler e impersonal.

Tener su casa era un lujo fuera de su alcance.
Tener un hijo era un lujo fuera de su alcance.

Esas eran las rentas que le dejaba una vida enfocada a la entrega a los demás.
Muchas gracias por la justicia querida vida.

Su actitud frente a la realidad empezaba a chirriar como un tren de cercanías
Las labores sociales podían tener caspa, pero eran su fuente de estar viva.

Pero el sistema no le permitía ser alguien tan necesario sin renunciar a ser alguien.

Y yo me pregunto.

Quien mató al perroflauta?

La edad?
El amor?
La realidad?
O algo que no soy capaz de comprender…

O crees que el perroflauta sigue vivo?

Y tú que dices?

Calamardo.